Responsión hospitalario

[1]​[2]​ En Tierra Santa, los responsiones permitieron a la Orden mantener el hospital en Jerusalén o en Acre así como a todos los hermanos de la Orden pero también proporcionar todos los medios para las operaciones militares.

Enviaban al Común Tesoro que estaba situado en la sede central de la Orden, sucesivamente en Palestina, Rodas y Malta.

Uno de los miembros del Convento estaba encargado del Tesoro y era quien cobraba estas sumas a cada priorato, que a la vez también tenían un tesorero encargado de reunir las cantidades y enviarlas al Convento.

[5]​ El cobro y la llegada de estas aportaciones a la sede central siempre fue un problema, sobre todo porque los monarcas intentaban evitar que estas sumas salieran de su país, también porque los propios hospitalarios preferían quedárselas para realizar trabajos propios.

El Gran maestre Filiberto de Naillac (1396-1421) se esforzó en lograr que ese dinero llegara regularmente al Convento y no tener que pasar penurias económicas.