Las mutaciones sucesivas de dicho gen, o la variabilidad genética que permitan que algunos individuos hereden distintos genes que otorguen resistencia al tóxico de forma sinérgica, permitirán la adaptación progresiva de un organismo al tóxico mientras exista esa presión selectiva, alcanzando muchas veces la resistencia total a dosis elevadas.Si la dosis tóxica de un antibiótico fuera tan baja que no produjera mortalidad ni afectara la reproducción; o tan alta que fuera generalmente letal para los individuos con dicho gen, no existiría esta presión selectiva.Además, si el gen no está ya en el 100% de la población, la situación puede ser reversible.Numerosos parásitos también han desarrollado resistencia a antiparasitarios antihelmínticos e insecticidas.Esto pasó en mediados del siglo XX con insectos como las langostas, que fueron combatidas en exceso con DDT y Gamexano, logrando en la década de 1950 a 1960 alimentarse del producto puro, el cual ya no era tóxico para la especie.