Los reposteros de capilla tenían a su cargo poner las cortinas en el sitial donde el miembro de la casa real oía misa.
Llevaban a la cámara el sitial, cojines, silla y alfombra donde se decían las horas a su amo.
Después del oficio divino, lo devolvían y lo daban al mozo de cámara que tenía las llaves, a cuyo cargo estaban la guardia de la cortina y todos los demás atavíos de la capilla.
Había muchos hombres que compaginaban este oficio con otras ocupaciones.
Libro de la cámara real del príncipe Don Juan e oficios de su casa e ..., Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, José María Escudero de la Peña, 1870