Su hijo, Damián Ramis Caubet, quien trabajó con ella y heredó la pasión por la escultura desarrollando también, en este mundo, su profesión.
Más tarde, durante los años comprendidos entre 1946 y 1951 se formó como discípula del escultor catalán Joan Borrell Nicolau, con quien inició su carrera como escultora trabajando en el estudio que él tenía en Palma.
El año 1972 se convirtió en un año esplendoroso para su carrera, y fue invitada por la Academia Española de Bellas Artes y becada por la Fundación Juan March para ampliar conocimientos en Roma, donde se trasladó de inmediato.
Nuevamente en España, y en su nuevo estudio taller de Esporles, realiza los monumentos al emperador Carlos V (Alcudia), Beata Catalina Thomás (Santa Margalida), un retrato del rey Juan Carlos I de España (Palma de Mallorca) y un monumento al pintor Lorenzo Cerdá (Cala Sant Vicenc).
En 1992, y tras la lectura de su discurso "La escultura mediterránea: influencia en el arte actual", ocupará su sillón como Académica Numeraria.