La Reforma radical representó una respuesta a la corrupción tanto en la Iglesia católica como en el creciente movimiento Magisterial Protestante liderado por Martín Lutero y muchos otros.
[2] Algunas formas tempranas de la Reforma radical fueron milenarias, centradas en el inminente fin del mundo.
Los primeros anabaptistas creían que su reforma debía purificar no solo la teología, sino también la vida real de los cristianos, especialmente sus relaciones políticas y sociales.
[4] Por lo tanto, la Iglesia no debe ser apoyada por el Estado, ni por los diezmos e impuestos, ni por el uso de la espada; el cristianismo era una cuestión de convicción individual, que no podía ser impuesta a nadie, sino que requería una decisión personal para ello.
Entre los nuevos líderes del posterior movimiento anabaptista, y sin duda el más influyente de ellos, era Menno Simons (1496-1561), un sacerdote católico holandés que a principios de 1536 decidió unirse a los anabaptistas.
[5] Los anabaptistas de la Reforma radical continúan inspirando a los grupos comunitarios actuales, como el Bruderhof y movimientos como el Urban Expression en el Reino Unido.