Esta idea ha llevado a un nuevo paradigma para la clasificación a nivel de especie: reorganizar las especies en grupos basados en la similitud funcional en lugar de la historia morfológica o evolutiva.
[3] Por ejemplo, la planta herbácea espinosa madwort (Hermathophylla spinosa) produce flores que tienen una forma tal que los polinizadores taxonómicamente no relacionados se comportan casi de manera idéntica durante la polinización.
La redundancia funcional de las especies animales que consumen y dispersan las semillas puede explicar por qué las plantas pueden continuar sobreviviendo sin cambios genéticos en la morfología de sus frutos o semillas.
En este caso, diferentes especies de plantas han desarrollado diferentes mecanismos de repelentes químicos para herbívoros, sin embargo, cada respuesta provoca la misma función: resistencia a la herbivoría.
Estos organismos microbianos probablemente evolucionaron en condiciones similares pero en diferentes momentos, y ahora se ha descubierto que estos microorganismos interactúan entre sí y proporcionan la misma función a su organismo huésped.
Estudios recientes han argumentado que un ecosistema puede mantener una salud óptima si cada grupo funcional del ecosistema está representado por muchas especies no relacionadas taxonómicamente (equivalencia funcional).
Por ejemplo, Loreau señala que, en las pruebas reales de equivalencia funcional, es difícil sacar conclusiones concisas sobre si la teoría es sólida o no debido a la complejidad y simplificación excesiva de la teoría misma.