La recuperación de datos es necesaria por distintos motivos, como por ejemplo daños físicos en el medio de almacenamiento (averías electrónicas, averías mecánicas, golpes, incendios, inundaciones, etc.) o averías lógicas (daños en el sistema de archivos, daño en las particiones, archivos eliminados, formateos accidentales, etc..).
En cualquiera de estos casos, los datos no pueden ser fácilmente leídos.
Si alguno de estos escenarios sucede, lo primero que debe hacer es quitar la unidad/dispositivo y no tocarlo más.
Si un disco duro se encuentra averiado, primero debemos identificar qué tipo de fallo ha ocurrido y así definir de qué manera se procederá con la recuperación.
Existen tres tipos de fallos en un disco duro: Ante cualquiera de estos casos lo más probable es que podamos recuperar la información, pero no seguir usando dicha unidad de almacenamiento,[1] aunque la unidad de almacenamiento en algunos casos pueda seguir funcionando, no es recomendable utilizarla, evidentemente ya que hemos tenido fallos previos en la unidad.