Rebelión del Loto Blanco

El Loto Blanco era una secta sincrética, de tintes milenaristas e inspiración budista y maniquea.

La Rebelión del Turbante Rojo, que tuvo lugar en 1352, fue dirigida por grupos asociados al Loto Blanco.

Habiendo reclamado para sí el Mandato del Cielo, Zhu Yuanzhang se proclamó emperador bajo el nombre de era Hongwu, y fundó la dinastía Ming.

Aunque hay numerosos movimientos, revueltas y rebeliones que los burócratas imperiales chinos asociaron con el Loto Blanco, hay muchas razones para dudar que el Loto Blanco tuviera una unidad organizativa o incluso continuidad temporal.

[5]​ El término sólo era empleado por rebeldes milenaristas cuando era sometidos a grandes presiones por las autoridades Qing durante interrogatorios.

La rebelión fracasó rápidamente, posiblemente porque Wang Lun no hizo ningún intento por recabar el apoyo popular.

Decidido a evitar su captura, Wang Lun acabó suicidándose en 1774 cuando fue rodeado por las tropas Qing.

En este caso, la revuelta estuvo motivada por una protesta contra los impuestos y la corrupción del gobierno Qing.

Aunque en un principio estalló como una protesta contra los impuestos del gobierno, la rebelión pronto ganó adeptos entre el pueblo llano.

Igualmente, los funcionarios no hicieron distinción entre el Loto Blanco y otros cultos religiosos de la zona, confiscando y destruyendo escritos religiosos de todo tipo, lo que alienó aún más a la población local.

En 1838, un funcionario local llamado Huang Yupian (黃育楩), publicó un tratado dedicado a refutar las ideas del Loto Blanco usando la doctrina confuciana.

La pobre respuesta del gobierno, y el deterioro de las condiciones de vida en la región hicieron que la rebelión creciera en tamaño y poder, hasta que se convirtió en una seria preocupación para el gobierno imperial.

Las tropas Qing en la zona estaban mal provistas, sus números eran insuficientes para cubrir un terreno accidentado y poco favorable a las tácticas de guerra manchú, y sobre todo, ni los mandos ni los funcionarios locales estaban realmente interesados en sofocar la rebelión.

Los comandantes Qing enviados a suprimir la rebelión tenían grandes dificultades para sofocar al Loto Blanco.

Tal y como se quejó un oficial Qing:[7]​Los rebeldes son todos nuestros propios súbditos.