Sus brutales persecuciones y fusilamientos le costarían la vida a entre 1000 y 1500 obreros, mayormente de la propia región o del cercano archipiélago chileno de Chiloé.
El historiador Osvaldo Bayer relata lo que pasó a partir de ese momento de la siguiente manera:Se reunió a los soldados, se les hizo poner en posición de descanso y se les explicó que iban a ir al prostíbulo por tandas.
Pero cuando la primera tanda de soldados se acercó al prostíbulo, doña Paulina Rovira salió presurosa a la calle y conversó con el suboficial.
El suboficial les vendrá a explicar: algo insólito, las cinco putas del quilombo se niegan.
El suboficial y los conscriptos lo toman como un insulto, una agachada para con los uniformes de la Patria.
Los soldados pierden la batalla y se quedan en la vereda de enfrente.
[7] El documentalista Pablo Walker, por otro lado, afirma que no hay pruebas de tales torturas y vejaciones, ni queda constancia en la memoria colectiva del pueblo de San Julián.
[1] Tras su liberación, las putas serían expulsadas de Puerto San Julián, siendo la única que volvería a posteriori Maud Foster, tras trabajar durante un tiempo en un prostíbulo en Cañadón León (actual Gobernador Gregores).
Wilckens sería, a su vez, asesinado en la cárcel por Jorge Ernesto Pérez Millán Temperley, un pariente de Varela.
Este último, finalmente, sería liquidado por Esteban Lucich a instancias del anarquista Germán Boris Vladimirovich.
[8][11] El documento original en el que Bayer encontró primeramente la historia se perdió en algún momento entre 1972 y 2022.
[16][17][18][19] Hasta su fallecimiento en 2018, dicha obra contaría entre sus figurantes al mismo Osvaldo Bayer, estando presentes en su primera representación miembros del sindicato argentino de prostitutas AMMAR; las cuales también asesoraron al director a petición del propio Bayer.