Algunos dicen que en cada una de sus visitas le sacaba a cada cofradía siete pesos, más doce por misa.
[3] Por otra parte, 1707 y 1712 fueron periodos de malas cosechas que afectaron directamente a los indios tributarios.
[7] Este milagro fue muy importante, pues se extendió rápidamente y atrajo a muchos indios de varios pueblos muy alejados.
Al mismo tiempo en Chenalhó la imagen del Santo Patrono del pueblo sudó y por eso los habitantes de ese lugar no acudieron a visitar a la virgen de Santa Marta.
Después de la aparición se enviaron convocatorias a todos los pueblos tseltales anunciando que ya no había rey y pidiéndolos que fueran a Cancuc, llevando las imágenes y las cruces procesionales.
Otros más trataron de armarse con palos, pero desgraciadamente ya no tuvieron tiempo y fueron asesinados a machetazos.
Cinco días después llegaron otros 4 mil indios como refuerzos, a quienes acompañaba un español llamado Padilla y don Nicolás Vásquez de Bachajón, que había sido nombrado capitán general por María de la Candelaria.
Por su parte, el padre Juan Arias tomó sus armas y, encabezando un grupo, salió al encuentro de los atacantes.
Se cruzaron disparos y armas, de modo que ahí murieron algunos indios.
No solamente les pedía ayuda, sino también que cooperaran para la comida y caballos de los soldados.
Nicolás de Segovia ordenó a fray Juan Arias (junto con 25 esclavos y otros 50 hombres) que acabaran con los indios.
Otros, al ver que no podían con los españoles, huyeron a los alrededores del pueblo e iban perseguidos por esclavos negros, pero se refugiaron en los montes.
Los españoles tomaron Oxchuc y después se dirigieron al pueblo de San Martín.
Cada uno buscaba liberarse de los soldados, que duraron aproximadamente cinco horas en combate.
Algunos dicen que entre heridos y muertos alcanzaron una cifra de aproximadamente mil personas.