El término «genocidio» apareció definido por primera vez en su libro El poder del Eje en la Europa ocupada, publicado en los Estados Unidos en 1944, país al que Lemkin logró escapar de la persecución nazi en 1939.
En los años 20 descubre la muerte de miles de civiles armenios durante la Primera Guerra Mundial deportados por el gobierno del Imperio Otomano, gracias al proceso celebrado en Alemania contra un joven armenio que había asesinado en plena calle a Talaat Pashà, el ministro otomano que en abril de 1915 ordenó la deportación.
En la ponencia Lemkin para referirse a los asesinatos en masa utiliza los términos crimen de barbarie y crimen de vandalismo, que no logró que fueran reconocidos.
En cuanto al vandalismo adelanta lo que varios decenios después será conocido como genocidio cultural.
Su propósito al presentar la ponencia era, según el historiador español Antonio Elorza, de la Universidad Complutense de Madrid, lograr que esos delitos fueran tipificados en el Derecho Internacional, y así «los posibles criminales» tendrían conocimiento «de que su acción no quedaría impune».
Así en el libro enumeraba todas las políticas nazis dirigidas a la aniquilación de pueblos —el judío y el polaco en primer lugar- por sus características nacionales, religiosas y étnicas.
En la acción genocida perpetrada por el Tercer Reich, Lemkin veía, por lo demás, la síntesis y la plenititud de todas las barbaries pasadas, tanto las que en la Antigüedad y la Edad Media pretendían destruir físicamente a algunos pueblos, como las que, en la Edad Moderna, trataban de aniquilarlos culturalmente.
La resolución lo definió como «una denegación del derecho a la vida de los grupos humanos», independientemente de que estos «grupos raciales, religiosos, políticos o de otro tipo hayan sido destruidos por completo o en parte»; y, por tanto, como un crimen sometido al Derecho en cualquier lugar.