Desde muy chico vivió en un ambiente de gran pasión por el fútbol que en aquellos años comenzaba a difundirse desde Inglaterra por Galicia y España en general.
Siendo jugador del Racing de Vigo es preseleccionado para jugar en las Olimpiadas que tendrían lugar en Amberes en 1920.
Moncho Encinas no logra alcanzar como jugador los éxitos que tanto deseaba y en 1922 toma la decisión de probar suerte como entrenador.
Es ratificado en esta posición por el siguiente seleccionador, Amadeo García de Salazar, teniendo los dos a su cargo la que ha sido considerada por muchos como la mejor selección nacional española de todos los tiempos integrada por leyendas como Luis Regueiro, Isidro Lángara, Ricardo Zamora, Eduardo González Valiño, Ramón Zabalo, Jacinto Quincoces, Martín Ventolrá, Leonardo Cilaurren, Guillermo Gorostiza, Martín Marculeta, entre otros.
En 1945 Moncho Encinas vuelve al Sevilla, equipo con el que permanecerá por el resto de su carrera deportiva.
En 1946 marcha a Inglaterra con el objeto de aprender las técnicas y tácticas más modernas que se estaban aplicando en la cuna del fútbol.
En 1948, en mancuerna con Patricio Caicedo, lleva al Sevilla a obtener nuevamente la Copa de España.