Desde ese momento, el presidente Arturo Frondizi recibió presiones casi asfixiantes por parte de las Fuerzas Armadas.
Una vez acordado esto, llevaron este planteo al Presidente de la Nación.
[8] Si bien Frondizi aceptó el planteo y convocó a dirigentes de partidos no vinculados al peronismo para constituir un gabinete nuevo, la iniciativa fracasó.
Una vez acordado el gabinete y el plan político a seguir con el comité militar, Aramburu pidió un tiempo prudencial para evaluar los resultados.
Para la mañana del 27 de marzo ya era evidente la inclinación de las fuerzas armadas por derrocar al presidente, por lo que Aramburu, quien obraba como mediador entre los sectores castrenses y el primer mandatario, decidió abandonar dicha función y sellando el destino del gobierno constitucional.
Las tropas habían tomado posiciones en la Casa Rosada como medida disuasoria de cualquier acto violento en sus inmediaciones.
[11] En efecto, al teniente general Poggi literalmente le arrebataron la conducción del país.
Posteriormente se juntó con el Almirante Agustín Penas y el Brigadier General Cayo Alsina e intentaron consensuar una muestra de apoyo al nuevo Presidente que asumiría en cuestión de horas.
[10] Uno de los periodistas presentes en la situación advirtió que el titular del Ejército estaba al rojo vivo, mientras un asistente le advertía “cuidado con la presión, general”.
Minutos después, José María Guido juró como nuevo Presidente de la Nación.
Los militares en conflicto pasaron a retiro y se aprobó la designación como secretario de Guerra y comandante en jefe interino del general de brigada Juan Bautista Loza, partidario del sector azul que contaba con cierto respeto entre los colorados.