La permanencia demostrada del pueblo es en sí misma, un dato trascendental, pues muchos no lo consiguieron y son esos despoblados.
En épocas tan tempranas tendrían viviendas austeras, adaptadas a los rigores del clima; la iglesia debió ser un espacio igualmente sencillo, bastaba una construcción modesta que propiciara el reunirse para recibir los servicios religiosos y una especie de punto de reunión espiritual.
Como dato relevante conviene decir que en Quintanilla tenía la Hermandad su casa, Archivo, sala Audiencia y cárcel.
A finales del siglo XVI fueron censadas una media de 19 vecinos y casi doscientos años después se mantenían, al igual que sucede con las casas e iglesia parroquial.
Casi cerrando el siglo XVIII el censo llevado a cabo bajo los auspicios de Floridablanca nos muestra los siguientes datos.
Sólo apuntar que los veinte y cuatro niños para un pueblo tan pequeño era un dato esperanzador.
Ya en pleno siglo XIX recurrimos nuevamente a la obra de Madoz En el siglo XX, como consecuencia de la unión con Villaescua la Solan y la Sombría, datos como la demografía se mezclan y resulta imposible particularizar.
Un año después fue necesario reponer el pavimento del sagrado recinto, así como revocar y encalar toda la Sacristía, obras tasadas en 90 reales.
En 1814 fue necesario sustituir las campanas, y adecentar algunos objetos rituales además de reponer las crismeras, cuya reposición se debió a que fueron robadas por los franceses.