Qubilah Shabazz

Aceptó un acuerdo en el que se le exigía que se sometiera a asesoramiento psicológico y tratamiento por abuso de drogas y alcohol para evitar una sentencia de prisión.

A la edad de 11 años abandonó el islamismo y se convirtió en cuáquera.

Junto con sus hermanas se unió a Jack y Jill, un club social para los hijos de afroamericanos acomodados.

[3]​ Al finalizar la secundaria se matriculó en la Universidad de Princeton pero se sentía incómoda allí, pues aseguraba que los estudiantes blancos la rechazaban y que los estudiantes afroamericanos estaban resentidos por su aparente falta de interés en sus esfuerzos por obligar a la universidad a deshacerse de sus inversiones en Sudáfrica.

Allí conoció a un hombre argelino con el que tuvo un hijo, Malcolm, en 1984.

[3]​ Cuando Malcolm tenía unos meses, Qubilah Shabazz se mudó con él a Los Ángeles.

[3]​ Durante muchos años, la madre de Shabazz, Betty, albergó resentimiento hacia la Nación del Islam - y hacia la figura del líder religioso y activista Louis Farrakhan en particular - al pensar que había tenido relación directa con el asesinato de su esposo Malcolm.

En mayo de 1994 se puso en contacto con Michael Fitzpatrick, un amigo del instituto, y le preguntó si podría asesinar a Farrakhan.

[6]​ Más tarde ese mes, Betty Shabazz y Farrakhan se dieron la mano en el escenario del Teatro Apolo durante un evento público destinado a recaudar fondos para la defensa legal de Qubilah.

En enero de 1995, Shabazz fue acusada de gestar un complot para asesinar al líder religioso y activista Louis Farrakhan (en la imagen)