En la época de la colonia se dice que hubo al menos seis haciendas en Puruarán durante la época Colonial, y algunos caminos que cruzan al pueblo todavía tienen tal trazo.
Los insurgentes decidieron unirse, y en ese entonces ya tenían constituidos tres poderes en 1815: el ejecutivo compuesto el generalisimo Morelos, el congreso conformado por 26 diputados, y el ya existente Supremo Tribunal de Justicia con sede en Ario de Rosales hasta su extinción.
También una carta al Presidente de los Estados Unidos, la cual fue llevada por el ministro Godoy.
Puruarán en el siglo XX tuvo relevancia en su última década por el ingenio azúcarero.
Allí los arroyos cruzan entre alfombras esmaltadas, o se desprenden sobre peñascos tapizados de musgo, y cuando soplan las brisas, todo tiene un murmullo, un suspiro, un rumor, árboles, lianas, flores, arroyos, cascadas.
Y sobre este paisaje encantador, un cielo purísimo, con ese azul sereno que cantan los poetas, y que los pintores fingen en sus cuadros de gloria.
Por el frente de la hacienda pasa el agua sobre un elevado acueducto sostenido por garbosos arcos.
Puruarán es cuna de los símbolos patrios por el nacionalismo criollo utilizó al águila desde finales del siglo XVI, y los insurgentes Morelos, Verduzco y Mina ya utilizaban un águila como escudo de armas en sus documentos desde 1810, aunado a que los decretos sobre el simbolismo indigenista nacen en la constitución de Cádiz.