El puente Viejo es de origen antiguo; se sabe que estaba ya construido el año 47 a. C. Después, pasado un siglo, volvió a ser objeto de cita en un clásico.
Era todo de piedra, con seis arcadas y siete pilares construido con reforzados tajamares.
Era un puente de doble vertiente con la cumbre en el tercer pilar y de inclinación más fuerte hacia la izquierda que hacia la derecha.
El octubre de 1866, el río inundó campos, cubrió tierras, malogró cosechas, ahogó gente y se llevó parte del puente.
El proyecto se encargó a Julio de Saracíbar, que presentó dos.
En 1939 para asegurar las comunicaciones hacía falta bastir un puente seguro y estable.
No se podía esperar a la construcción del puente definitivo y la solución fue hacer uno de madera.
Lo diseñaron los ingenieros Amalio Hidalgo Fernández, Jacinto Julio González y el leridano Victoriano Muñoz Homs.