La publicidad mural aparece en el siglo XIX y se pone muy de moda en la primera mitad del XX.
Los anunciantes se pusieron a buscar la monumentalidad y la durabilidad, dos calidades que ofrecían los muros pintados.
Así es como los muros ciegos y sobre todo los hastiales de los edificios van a albergar mensajes publicitarios gigantescos.
En Francia, el muro pintado conocerá uno cierto éxito en torno a 1870, pero sus progresos serán bloqueados por un incremento de las tasas publicitarias.
Están datadas en 1908 y firmadas por el pintor-pignoniste Defoly, lo que ha permitido su protección por esta medida.