[1] Las ideas fundamentales de Huarte de San Juan son las siguientes: los hombres difieren ampliamente en sus aptitudes y cualidades; las diversas profesiones y estudios exigen diferentes «ingenios»; es posible averiguar cuáles son estas exigencias y diagnosticar aquellas aptitudes; es necesario hacerlo para que «cada uno ejecute sólo aquel arte para el cual tenga talento natural y deje las demás, para que el carpintero no haga obra tocante al oficio del labrador, ni el tejedor del arquitecto, ni el jurisperito cure, ni el médico abogue».
La ciencia misma comenzó a aplicar sus métodos al estudio del trabajador y a descubrir que, incluso en el aspecto productivo, la consideración del factor humano es muy necesaria.
[2] Norman R. F. Maier describe la causalidad de la conducta mediante la siguiente secuencia: Situación (estímulo) (S) → Organismo (O) → Conducta (C) → Realización (R) Situación: incluye la luz, los ruidos, la rutina del trabajo, las demás personas, los actos del supervisor y cualquier aspecto ambiental al que la persona sea sensible.
La conducta (C) da lugar a cambios que alteran la relación entre el organismo (O) y su mundo.
Se pueden pronosticar sus opiniones sobre materias no cubiertas por cuestiones directas, una obtenido un conocimiento de su actitud.
Si ocurre alguna cosa que cambie su actitud, sus opiniones sobre ciertos asuntos mostrarán una marcada modificación.
Las justificaciones son el producto de las opiniones, y no deberían confundirse con su causa.
La sola limitación del grado de este control es que no se puede motivar a ningún individuo a hacer lo que es incapaz de hacer.
La motivación entonces es una forma de expresar una actitud que una persona ya posee.
Puesto que las investigaciones psicológicas no han apoyado la existencia de tales poderes, el estudiante de psicología encuentra que los conceptos asociados con el término “motivación” son mucho más satisfactorios.
La presencia de necesidades insatisfechas en las personas no significa que deban satisfacerse todas.
En cuanto a quien, o quienes, han de tomar las decisiones en una empresa, y los efectos que se producirán según el tipo de liderazgo adoptado, se tienen presente las tres posibilidades siguientes: democracia, autocracia y libertad individual.
[7] Hay otra forma, sin embargo, de ver las relaciones entre la autocracia, la democracia y el laissez-faire.
El problema fundamental de la selección profesional es, en todo caso, averiguar los requisitos psicológicos de las diversas tareas realizadas en una empresa y elaborar los métodos adecuados para diagnosticarlos y medirlos en los sujetos.
Los dirigentes de ese periodo son descritos como ultraindividualistas y centrados en sí mismos.
El empleado ofrecía muy poco interés para los dirigentes de este periodo, cuyo problema principal era destruir a sus competidores.
“La supervivencia del más apto” en la lucha económica parece resumir la ley que su ambiente les imponía.
Era bondadoso, y porque en el fondo sentía los intereses de sus empleados, actuaba más como un padre hacia sus hijos.
Como resultado, los dirigentes paternalistas tuvieron éxito en sus empresas y compitieron efectivamente con los industriales más inhumanos.
[8] La conducta del hombre está presente en todas las fases de la industria.
La lucha industrial, la moral y las actitudes son respuestas de los hombres a sus condiciones de trabajo e influyen directamente sobre el modo en que el personal trabaja y colabora con la dirección.
Los principios que relacionan los síntomas de la tarea con sus causas deben ser indudablemente psicológicos por naturaleza.
Incluso las decisiones de la alta dirección no pueden ser reducidas a un motivo utilitario.
El prestigio, la libertad de elección y la seguridad llegan a ser lo más importante, una vez satisfechas las necesidades básicas.