Efectivamente, entre los colonos alemanes había destacados luteranos, como el gobernador Ambrosio Alfinger y el vicegobernador Nicolás Federmann, Hans Seissenhoffer (Juan El Alemán) y Juan Flamenco (Johannes Flemmich), cuyos respectivos padres habían sido hasta firmantes de la Confesión de Augsburgo.
Debido a la guerra luso-neerlandesa, los calvinistas holandeses ocuparon partes del noreste de Brasil, colonizando y estableciendo allí la Iglesia reformada neerlandesa.
Según el historiador escocés Nat Edwards, el fracaso de la colonia representó para su país un duro golpe económico, tanto así, que provocó su bancarrota y su unión forzada a Inglaterra.
[2] En 1882, bajo la presidencia del general Justo Rufino Barrios, llegó el primer misionero evangélico oficialmente recibido en Guatemala, el pastor presbiteriano Juan C. Hill.
En 1887 le sustituyó el pastor presbiteriano Eduardo M, Haymaker, quien trabajó en Guatemala más de 60 años.
Thomson arribó al puerto de Buenos Aires en 1819 y desde su llegada recibió el apoyo del presidente Bernardino Rivadavia.
Desde Argentina, Thomson pasó a Chile en 1821, invitado por el presidente Bernardo O’Higgins; en 1822 llegó al Perú, donde fue nombrado director de educación pública.
Hacia la mitad del siglo XIX casi todas las constituciones habían incluido alguna forma de libertad religiosa en su articulado.
Hacia el siglo XIX habían surgido numerosas sociedades misioneras en Estados Unidos para difundir su mensaje en América Latina.
La presión social sobre los nuevos conversos, las persecuciones y linchamientos empezaron a generalizarse en diferentes países americanos.