En la antigua Atenas, las prostitutas atraían a sus clientes a los pies de la Acrópolis con maquillajes llamativos y vistiendo túnicas amarillas, mientras que en Corinto —importante centro de comercio marítimo— las trabajadoras del sexo se exhibían en los muelles del puerto.
Estas mujeres, llamadas coloquialmente cantoneras o busconas, contaban entre su clientela con hombres de toda condición social.
En Australia, el estado de Nueva Gales del Sur es legal su práctica en las calles, exceptúa en algunas áreas (como escuelas cercanas).
[12] En cuatro ciudades de los Países Bajos, se designa una zona especial (tippelzone) para la prostitución callejera legal.
La zona es usualmente un parque empresarial, para evitar la molestia de los residentes y puede incluir sexo en un vehículo (afwerkplek).
[14] Las prostitutas callejeras son extremadamente vulnerables ante agresiones físicas y sexuales, tanto por parte de los mismos clientes como por proxenetas.
Un estudio realizado por la psicóloga estadounidense Melissa Farley hacia 854 prostitutas en 9 países (Canadá, Colombia, Alemania, México, Sudáfrica, Tailandia, Turquía, Estados Unidos, y Zambia) descubrió que el 95% de las mujeres habían sido agredidas físicamente, y el 75% de ellas habían sufrido violación.