El procurador Prieur, hijo de un amigo de Scarron, se vio sorprendido por la afición que Crébillon sentía por el teatro y le animó a escribir obras.
El fracaso le desanimó bastante, pero animado aún por el procurador, compuso una nueva tragedia, Idomeneo, que se representó en diciembre de 1705 y resultó ser un éxito bastante significativo.
Los Boyers y los Pradons que tanto habíamos criticado eran águilas comparados a estos."
Perdió también a su mujer, sus amigos no le prestaron la ayuda que necesitaba, y cayó en la misantropía.
En esa soledad, se dedicaba a componer de cabeza (tenía una memoria excelente) novelas que desechaba tras plasmarlas en el papel.
Hacía lo mismo con sus tragedias, que componía de memoria y sólo en el último momento escribía.
Los adversarios de Voltaire presionaron a Crébillon para que escribiera nuevas tragedias.
El teatro de Crébillon ocupa un lugar importante en la historia literaria, tanto por su valor propio como por las polémicas que se suscitaron a su alrededor.
No se preocupó nunca por la elegancia, y hay fallos evidentes en su cultura mitológica e histórica.