Propiska

El ciudadano está obligado a registrarse en su lugar de residencia.

Normalmente este registro lleva aparejada la anotación del hecho en el pasaporte u otro documento de identidad personal.

Las personas que no poseían el pasaporte o Propiska, se veían privados de la mayoría de los derechos que concedía al ciudadano el estado soviético.

Todas las acciones de solicitud y registro, incluso para las gestiones personales a la administración pública, al ciudadano le llevaban tres días.

Encontrarse sin registrar en cualquier lugar del territorio de la URSS estaba completamente prohibido.

En la práctica esta distinción es insignificante, sometiéndose los ciudadanos a las multas por no estar empadronados en la localidad en la que se encuentran, o dentro de los límites de la localidad, pero que no han registrado la nueva dirección.

Aunque estos procedimientos no se ajustan a la ley, es la costumbre aplicada por los funcionarios del estado, y aceptado por la población.

Solo el desconocimiento de los ciudadanos permite a la policía continuar con esta práctica.

Sin este registro, no se consigue la cobertura médica laboral (seguro médico obligatorio), se hace muy difícil el alquiler de un vehículo o poder acceder a un crédito bancario.

Es necesario reconocer que hacen falta duros esfuerzos para reformar la herencia del sistema soviético en cuanto al control de la sociedad civil y la distribución de recursos.

Pasaporte interno de los tiempos zaristas.