Los datos empíricos muestran que nuestro universo es altamente uniforme y homogéneo, aun cuando está claro que debido a las grandes distancias no ha podido establecerse equilibrio térmico.
Esto implicaría que inicialmente el universo debería haber sido así mismo homogéneo e isótropo y que regiones alejadas contendrían cantidades similares de masa y de energía.
Parece inverosímil explicar cómo llegó a ser tan isótropa y homogénea sin haberse «sintonizado» en todos los puntos del universo primigenio.
Este es el problema del horizonte: cómo compaginar que en diferentes regiones habría debido ocurrir un desarrollo independiente con el hecho de que parecen muy iguales y por tanto evolucionan como si hubieran estado en equilibrio térmico y mecánico.
Por ello a veces los cosmólogos han considerado este problema como «un gran dolor de cabeza».