Su nombre se debe a su inventor, el ingeniero y óptico italiano Ignazio Porro.
La imagen se refleja en las facetas que forman el ángulo recto por un proceso de reflexión interna total saliendo por la faceta por la que entró y en la misma dirección pero desplazada e invertida en el plano definido por la altura del prisma.
Estos prismas pueden truncarse por la arista a 90° para ahorrar peso y tamaño.
Además al aumentarse la trayectoria que recorre la luz se incrementa la distancia focal, permitiendo reducir el tamaño de los instrumentos ópticos.
El prisma Porro-Abbe es una variante que recibe su nombre por el físico alemán Ernst Abbe.