Principio de doble efecto

"[1]​ También puede ser definido como "principio de no imputabilidad del mal indirecto producido por un acto voluntario directo".

Al sujeto no se le imputa el mal que se sigue, pues el efecto bueno justifica por sí mismo el que se ejecute una acción que lleva consigo un efecto malo, ciertamente previsto, pero que no es deseado.

[2]​ Surge principalmente a partir del pensamiento de Tomás de Aquino, y luego adquiere un alcance más abierto, asequible a los estudiosos de ética en general.

En efecto, "a partir de la segunda mitad del siglo XX, con la rehabilitación de la filosofía práctica clásica en el ámbito analítico anglosajón, el principio vuelve a ser estudiado vigorosamente".

Gury distinguía entre: La imputabilidad implica tres aspectos (según las tres dimensiones propias del actuar humano): Los estudiosos han ido profundizando en lo que hoy se conocen como condiciones que permitirían aplicar de modo adecuado el principio de doble efecto.

Tomás de Aquino