Es así que había cierta simpatía con Hussein, después del colapso de su gobierno e igualmente algunos veían a la ocupación extranjera como una opresión.
Los hombres; Scott Helvenston, Jerko Zovko, Wesley Batalona y Michael Teague, murieron a causa del intenso fuego de ametralladoras y de una granada, que fue arrojada al interior de su vehículo.
Poco después, una turba incendió sus cuerpos y los arrastró por las calles, para posteriormente ser colgados en un puente que cruza el río Éufrates.
Las condiciones de política interna de Irak, en las que se instauraba el primer gobierno iraquí post-Sadam, obligaron a detener las operaciones militares que se llevaban en la ciudad.
Sin embargo, continuó el flujo de guerreros a esa ciudad.