El arqueólogo peruano Luis Guillermo Lumbreras describe a estas representaciones como «seres draconianos, alados, con colmillos y cabeza de falcónidas».[9] El antropólogo estadounidense John Rowe denominó a estas criaturas «ángeles de la guarda».[11] John Rowe argumentó en 1972 sobre el rol de los seres draconianos en las columnas postulando que estos seres sirvieron al Dios de las Varas —representado en la Estela Raimondi— y que en el Templo nuevo el culto se dirigió a esta deidad.[12] Por otro lado, mencionó que el objeto de culto principal en el Templo antiguo fue la Gran Imagen o Dios Sonriente, conocido popularmente como Lanzón monolítico.[11][14] El arqueólogo John W. Rick argumentó que «en los múltiples medios creados o usados —paisaje, arquitectura, decoración, luz, sonido, plantas psicoactivas—encontró evidencia de una manipulación finamente sintonizada por parte de los planificadores, ejecutores y orquestadores del sitio».
Lado sur o izquierdo del pórtico:
jambas
trilíticas y columna con tallado en
bajorrelieve
.
Detalle del ser draconiano masculino grabado en la columna norte.