En ocasiones las partículas son llevadas mucho más lejos, afectando significativamente la calidad del aire de lugares tan lejanos como los Estados Unidos.
En Kazajistán, una mala política agraria ha dejado al Mar de Aral, donde armas biológicas fueron probadas secretamente durante la época soviética, seco y expuesto.
Aunque la arena por sí misma, no es necesariamente perjudicial para el suelo, debido a las emisiones de azufre y la consiguiente lluvia ácida, las tormentas también destruyen las tierras de labranza, degradando el terreno mientras que los depósitos de cenizas, hollín y metales pesados, así como materiales biológicos potencialmente peligrosos, cubren el terreno, afectando a sembrados, acuíferos, etc.
La visibilidad en el aire se reduce, lo que provoca cancelación de vuelos, interrupción de viajes por carretera y actividades al aire libre, lo que produce como consecuencia significativas pérdidas en la actividad económica.
[1] (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).