Debe su nombre a la antigua existencia, en lo que ahora es el barrio, de un fielato o portazgo en el que se pagaba un impuesto indirecto de tránsito.
[3] El primer proyecto de urbanización fue redactado en 1976 por el arquitecto municipal Miguel López González, aunque no se realizó por motivos de presupuesto.
[3] No fue hasta tres años después, en 1979, que la plaza fue incluida en el presupuesto especial de urbanismo con máxima prioridad de urbanización y el proyecto encargado a la entonces arquitecta municipal María Dolores Alonso Vera, aunque la obra fue dirigida por el arquitecto Manuel Beltrá Martínez, quien realizó pequeñas modificaciones.
[4][5] No se conformó como una plaza aislada, sino que se procuró vincular los edificios circundantes, como los bloques de viviendas y el centro escolar de la iglesia, disponiendo zonas adecuadas para reuniones o actos públicos en forma de gradas escalonadas.
[4] Las críticas hacia el resultado final fueron bastantes positivas, aunque tras sufrir varias reformas, la plaza original ha sido alterada notablemente.