En el siglo xv, la plaza contaba con una forma irregular, además de no tener una gran extensión.
En ella además se encontraba una ermita que recibía el nombre de Santo Domingo de Guzmán el Viejo.
En el año 1493, debido a la carencia de una plaza de grandes dimensiones y con una forma regular, el cardenal Mendoza manda derribar la ermita que formaba parte de dicha plaza, así como de una serie de edificios civiles y viviendas, consiguiendo crear una plaza de forma cuadrada, extensa y con soportales.
En los posteriores siglos, únicamente se construirán nuevas viviendas, así como la regularización de las manzanas alrededor de la plaza.
El nombre actual ya fue otorgado en el año 1920.