Las piscinas están formadas por tres cisternas abiertas, cada grupo rectilíneo con 6 metros (20 pies) antes de caer a la siguiente, alimentadas por un manantial subterráneo.
En consecuencia, las piscinas han jugado un papel importante en el suministro de agua de la zona durante siglos.
La tradición atribuye su construcción al Rey Salomón, personaje bíblico del siglo X a. C. Hoy se cree que son muy posteriores, siendo la parte más antigua del siglo II a. C. El sistema de suimistro de agua, creado gradualmente a partir del período hasmoneo, en su momento de máxima expansión incluía un conjunto de cinco acueductos que totalizaban 80 kilómetros de longitud.
Dos acueductos alimentaban a las piscinas con agua de manantiales cercanos a Hebrón, que se sumaba al agua del manantial local.
Otros dos acueductos llevaban el agua acumulada en las piscinas hacia el norte, a Jerusalén (el acueducto inferior y el acueducto superior), y un tercero llevaba agua hacia el sur, a Herodión.