Esta represa comenzó a construirse en 1985 para mejorar el abastecimiento hidroeléctrico de la región.
Pero tuvo consecuencias negativas para las comunidades que vivían en la zona afectada.
Respecto al gas, solo las casas de la aldea cuentan con garrafones sociales, el resto de la población dispersa en los campos utilizan cocinas y estufas a leña.
Paradójicamente, la comunidad que, en entre 1989 y 1990, fue trasladada desde un valle fértil sobre el Río Limay hacia un lugar inhóspito y con escasez de agua, por la construcción de una represa hidroeléctrica, hoy continúa su lucha por el tendido eléctrico dado los innumerables problemas que los sistemas alternativos han tenido.
[3] (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).