Piedra de Rosetta

En 1822, el egiptólogo francés Jean-François Champollion anunció en París el descifrado de los textos jeroglíficos egipcios, pero los lingüistas tardarían todavía un tiempo en leer con seguridad otras inscripciones y textos del antiguo Egipto.Los principales avances de la decodificación fueron el reconocimiento de que la estela ofrece tres versiones del mismo texto (1799), que el texto demótico usa caracteres fonéticos para escribir nombres extranjeros (1802), que el texto jeroglífico también lo hace así y tiene similitudes generales con el demótico —Thomas Young en 1814— y que, además de usarse para los nombres extranjeros, los caracteres fonéticos se usaron asimismo para escribir palabras nativas egipcias —Champollion entre 1822 y 1824—.[2]​ La superficie frontal está pulida y las inscripciones ligeramente incisas en ella, los laterales están suavizados y la parte posterior está toscamente trabajada, sin duda porque no estaba a la vista en su ubicación original.[9]​ Debido a que le faltan fragmentos, ninguno de sus textos está completo.[10]​ La extensión completa del texto jeroglífico y el tamaño total de la estela original puede estimarse sobre la base de la comparación con otras estelas que han perdurado, incluidas otras copias del mismo decreto.Más tarde se incorporó a los cimientos de una fortaleza que construyó el sultán mameluco Qaitbey (c. 1416/18-1496) para defender el brazo bolbitino del Nilo en Rashid,,[33]​ donde permaneció otros tres siglos.El general Charles Dugua llevó las impresiones resultantes a París, por lo que los estudiosos europeos podrían ya ver las inscripciones e intentar leerlas.Sus tropas, incluida la comisión, se dirigieron al norte hacia la costa mediterránea para encontrarse con el enemigo, transportando la piedra junto con otras antigüedades.Menou rehusó entregarlos alegando que pertenecían al Instituto, pero el general británico John Hely-Hutchinson se negó a liberar la ciudad hasta que Menou los cediera a los británicos.Los académicos Edward Daniel Clarke y William Richard Hamilton, recién llegados de Inglaterra, accedieron a examinar las colecciones y dijeron haber visto muchos objetos que los franceses no habían revelado; en una carta, Clarke afirmó: «encontramos en su posesión mucho más de lo que hubiéramos imaginado».En un relato mucho más detallado, Edward Daniel Clarke afirma que un «funcionario y miembro del Instituto» francés había llevado secretamente a su alumno John Cripps y a Hamilton a la calle tras la residencia de Menou y les había enseñado la piedra, oculta bajo unas alfombras protectoras, en el equipaje del general francés.De acuerdo con Clarke, su informante temía que la estela fuera robada si los soldados franceses la veían.[45]​ Pronto se descubrió que los objetos pétreos eran demasiado pesados para los suelos de la Casa Montagu, edificio original del Museo Británico, y se trasladaron a una nueva zona construida dentro de la mansión.La escritura jeroglífica se había ido especializando, pero en el período ptolemaico, a partir del siglo IV a. C., pocos egipcios eran capaces de leerla.Por ejemplo, en el siglo V d. C. el sacerdote Horapolo escribió Hieroglyphica, una explicación de casi doscientos glifos con numerosos errores que, sin embargo, se consideró una autoridad durante mucho tiempo e impidió la comprensión de la escritura egipcia.Sin embargo, Napoleón la trasladó a otra parte y hubo de dejar su labor inconclusa en manos de un colega, el también historiador Hubert-Pascal Ameilhon, quien en 1803 publicó por primera vez una traducción del texto griego, tanto en francés como en latín para asegurar su amplia difusión.[58]​[59]​ En el momento del hallazgo de la piedra, el diplomático y erudito sueco Johan David Åkerblad estaba trabajando en una escritura poco conocida y recientemente descubierta en Egipto, que vino a llamarse demótico.Intentaron, en comparación con el griego, identificar dentro del texto desconocido dónde deberían estar los nombres helenos.[34]​ Sin embargo, ambos estudiosos no pudieron identificar el resto de caracteres del texto intermedio, que como sabemos ahora contiene símbolos ideográficos junto a los fonéticos.En 1811, inducido por las conversaciones con un estudiante chino sobre la escritura china, consideró una sugerencia que le había hecho el arqueólogo danés Georg Zoëga en 1797 acerca de que los nombres extranjeros en los jeroglíficos egipcios pudieran estar escritos fonéticamente.Las nuevas ideas de Young fueron importantes en el largo artículo «Egypt» con que contribuyó a la Encyclopædia Britannica en 1819.Champollion vio en 1822 copias de las breves inscripciones jeroglíficas y griegas del obelisco de Filé, en el que el aventurero y egiptólogo británico William John Bankes había señalado tentativamente los nombres «Ptolomeo» y «Kleopatra» en ambos idiomas,[63]​ a partir de lo cual Champollion identificó los caracteres fonéticos «k l e o p a t r a».Esta carta marca el verdadero punto de inflexión para la comprensión de los jeroglíficos egipcios, no únicamente por la tabla del alfabeto y el texto principal, sino también por su epílogo, en el que Champollion señala que no solo aparecen en caracteres fonéticos los nombres griegos, sino también los nombres egipcios nativos.Durante 1823 confirmó esto al identificar los nombres de los faraones Ramsés y Tutmosis escritos en cartuchos mucho más antiguos copiados por Bankes en Abu Simbel y enviados a Champollion por el arquitecto Jean-Nicolas Huyot.En 1824 el erudito clasicista Antoine-Jean Letronne se comprometió a realizar una nueva traducción literal del texto griego para el uso de Champollion, y este a cambio prometió un análisis de todos los puntos en que parecían diferir las tres versiones.La cuestión sobre cuál es el texto original del que los otros dos son traducciones sigue siendo controvertida.En 1841 Letronne intentó demostrar que la original era la versión griega, el idioma del gobierno egipcio bajo la dominación ptolemaica.[2]​ Philippe Derchain y Heinz Josef Thissen han argumentado que las tres versiones se crearon simultáneamente, mientras que Stephen Quirke ve en el decreto «una intrincada fusión de tres tradiciones textuales vitales».En declaraciones a los periodistas, instaba: «Si los británicos quieren ser recordados, si quieren recuperar su reputación, deberían ofrecerse a devolver la piedra de Rosetta porque es el símbolo de nuestra identidad egipcia».Del mismo modo, Rosetta@home es un proyecto de computación distribuida para predecir (o traducir) estructuras proteínicas.
Una posible recreación de la estela original.
Tetradracma con el rostro del faraón Ptolomeo V .
Una fotografía de la piedra Rosetta en blanco y negro y alto contraste, para permitir su lectura.
Laterales izquierdo y derecho de la piedra de Rosetta, con inscripciones en inglés.
Litografía que muestra expertos inspeccionando la piedra de Rosetta durante el Segundo Congreso Internacional de Orientalistas, en 1874.
La piedra de Rosetta en exposición en 1985.
La piedra de Rosetta expuesta en el Museo Británico en 2014.
Texto jeroglífico.
Place des écritures . Una copia gigante de la piedra de Rosetta creada por Joseph Kosuth en Figeac , Francia, lugar de nacimiento de Jean-François Champollion .
Una réplica de la piedra de Rosetta en Rashid ( Rosetta ), Egipto .