Como todos los reptiles, esta especie es de sangre fría, por lo que depende de la temperatura del medio ambiente para desarrollar múltiples procesos biológicos (como, por ejemplo, la digestión de los pequeños artrópodos que caza y devora).
Toda su fisiología y apariencia muestran a un animal que se ha adaptado a las extremas condiciones de vida que imperan en el bioma del desierto.
Suelen eludir a sus depredadores (el perro y el coyote) huyendo, sin embargo cuando no son lo suficientemente veloces para escapar arrojan sangre en forma de chorro, a través de una glándula en los lagrimales, esta sustancia cuenta con una muy mala fragancia y sabor, por lo que es muy efectiva ahuyentando a los depredadores.
Usualmente se refugian entre arbustos, piedras y troncos, aunque en búsqueda de protección esta especie se suele enterrar (con el fin de conciliar el sueño y alejarse de los depredadores), si las condiciones del suelo son las adecuadas.
Es de los pocos reptiles que son vivíparos, en cada camada suelen llegar a nacer entre 8-20 crías y pueden vivir en cautiverio hasta 20 años.