Las dimensiones del local horrorizaron al joven pianista, pero a pesar de ello, su interpretación encantó a los críticos locales que le describieron como "el fenómeno de rubia cabellera que toca como un maestro ".
A medida que creció su reputación, se encontró con varias figuras relevantes de la música europea, desarrollando importantes amistades con Frederick Delius y Edvard Grieg.
Se convirtió en un defensor de la música y cultura nórdica, por las que mostró entusiasmo frecuentemente en su correspondencia privada.
En 1914, Grainger se trasladó a los Estados Unidos, en donde vivió en resto de su vida, aunque viajó ampliamente por Europa y Australia.
En los años 30 fundó el Museo Grainger en su ciudad natal, Melbourne, como monumento a su vida y su obra, así como archivo para la investigación.