Pedro provenía de una familia acomodada y s sus papás lo mantenían alejado por las guerras entre partidos en los años 30.
Diez años después, Pedro se ha convertido en un joven dedicado a estafar incautos en la mesa de póker en complicidad con Pascual.
Sin embargo ha quedado prendado de la muchacha y le ofrece devolverle la fortuna paterna si ella se casa con él.
Asqueado Romano abandona el boxeo y Pedro consigue nuevos prospectos con quienes aplica la misma estrategia, esta vez aliado con otro socio llamado Humberto Angarita.
Ya en los años 70 los Manrique están organizados como empresa familiar, siendo Pedro el jefe y sus hijos los encargados del cobro de las apuestas.
La tranquilidad familiar se ve alterada la noche en que Ana María, sorpresiva e irracionalmente le pide el divorcio a Armando, quien tampoco sabe darle un buen manejo a la situación que termina convirtiéndose en un verdadero infierno.
No teniendo opción Pedro se entrega y confiesa sus pecados, además de sentir cada vez más cerca la maldición, acaba con su propia vida ahorcándose en su celda.