En 1886 propuso que la palabra suelo se emplease como término científico para referirse a aquellos horizontes de tierra que casi diariamente cambian su relación bajo la influencia conjunta del agua, aire y organismos vivientes y muertos, introduciendo el concepto geográfico de suelo.
También propuso una clasificación de los suelos consistente en seis categorías, denominadas: órdenes, subórdenes, grupos, familias, series y tipos.
Las investigaciones modernas están demostrando cada día más la estrecha dependencia entre los suelos y las demás ramas de la geografía.
Sin embargo, sobre todo en el aspecto de sistemas naturales, suelos y vegetación forman un conjunto indisoluble (Trudgill, 1977).
Con respecto a la climatología, la relación es inversa, es decir, son las características climáticas las que condicionan el tipo y desarrollo del suelo.