Con la muerte de Federico VII, los ducados se negaron a aceptar al nuevo rey Cristián IX alegando que la ley sálica seguía vigente en los ducados, Cristián IX negó tal hecho afirmando que la ley que regia en el reino debía servir también para los ducados.
[1] Los círculos nacionalistas alemanes alentaron el enfrentamiento ante lo que parecía un intento de Dinamarca de anexionarse Schleswig[2] y Prusia declaró roto el Protocolo de Londres por la actitud del rey danés.
Bismarck consiguió el apoyo de Austria, que quería evitar perder peso frente a Prusia en la Confederación Alemana.
[3] Las dos naciones conjuntamente vencieron a Dinamarca, que solicitó un armisticio a finales de julio, iniciando las conversaciones preliminares de paz en agosto plasmadas en la Paz de Viena.
[5] Pese a todo, este tratado sirvió solo para poner fin a la guerra por lo que hizo falta un nuevo acuerdo entre las potencias vencedoras para aclarar el reparto de los ducados, éste se cerró en la Convención de Gastein en 1865 y que significó una fuente de conflicto entre Prusia y Austria para el futuro.