La desastrosa guerra en Italia demostró abiertamente las debilidades de la burocracia y el ejército austríacos.
El emperador Francisco José I vio que, para mantener su imperio, debía comenzar algunas reformas.
El Diploma creó un parlamento de cien miembros con poderes extendidos sobre las finanzas del imperio pero sin poder sobre los militares o la legislación.
Con el surgimiento de Prusia en Europa del Este, esa influencia se vio amenazada.
El Emperador vio la expansión y centralización del Parlamento como una forma de ganar fuerza interna que se transferiría al poder externo.
La población magiar del imperio se negó a cooperar en el nuevo sistema, principalmente porque fracasó en los cambios más liberales realizados en el Diploma de octubre.
Solo los delegados alemanes o rumanos de tierras húngaras fueron enviados a la cámara baja.
[2] Por su propia cuenta, el Reichsrat agregó algunas leyes que modificaron la Patente de febrero, y decidió que estas leyes, el Compromiso y la Constitución revisada de Cisleithania, deberían entrar en vigencia al mismo tiempo en su conjunto.