[3] El nombre proviene de un mito que cuenta la relación entre dos esclavos negros en 1559, Crescencio y Juana.
Los dos esclavos mantuvieron su relación y se casaron en el altar de Piedra Grande en el Valle del Lili a escondidas.
Doña Carmen inmediatamente recordó la leyenda sobre un demonio que habitaba debajo de aquel monte.
[4] Una vez capturados los dos esclavos negros fueron llevados ante su patrón, don Alberto Bujanlande,[4] quien iracundo golpeo a Juana hasta casi matarla, lo cual causó que Crescencio se liberara de sus ataduras y golpeara a su amo, partiéndole la mandíbula.
[4] Poco después, Crescencio apareció muerto y al no recibir sepultura, su alma se aparecía deambulando y brotando sangre del muñón del brazo, enloqueciendo a los animales a su paso.