En la actualidad, estos edificios permanecen como una ostensible y muy visible reminiscencia de la época comunista.
Se han construido edificios similares en todos los países comunistas o ex-comunistas, desde la República Democrática Alemana a Mongolia.
En la antigua RDA, reciben el nombre de plattenbau; en Bulgaria, los edificios parecidos a los paneláky se conocen coloquialmente como panelki; en Hungría se les llama panelház, y en Polonia, bloki ("bloques") o wielka płyta (gran panel).
En caso de guerra, estas viviendas no serían tan susceptibles a los bombardeos como los apiñados edificios tradicionales.
En 1990, Václav Havel, entonces presidente de Checoslovaquia, llamó a los paneláks "conejeras indignas".
Suele decirse que los complejos de paneláks en su conjunto son meras comunidades-dormitorio con pocas comodidades y aún menos carácter.
Algunos complejos de viviendas cuentan con otras instalaciones, tales como centros comerciales, escuelas, bibliotecas, piscinas y cines.
Por tanto, hay muy pocos estigmas sociales asociados a vivir en un panelák.
Muchos edificios se han renovado, a menudo con el apoyo de los gobiernos locales.
Ciertas personas temen que, con el crecimiento y la desregulación del mercado de la vivienda, la clase media huya a otros lugares, y los complejos de paneláks puedan convertirse en refugios para los pobres o guetos para los inmigrantes.
Algunas autoridades locales están realizando importantes esfuerzos para evitar este supuesto, por ejemplo, convirtiendo las comunidades dormitorio en barrios urbanos multifuncionales.