Mientras tanto, el perro vagabundea por desconocidas calles hasta que un viejo señor, dueño de un correccional para animales se lo lleva.
En su estancia, el perro intentará escaparse del correccional lo que siempre le resulta en vano y también cuando lo adoptan por primera vez,huye y siempre vuelve a la perrera para que lo adopte alguien de su gusto.
Sin embargo, Alberto idea un plan para escapar de allí y seguir con la búsqueda.
El niño, al principio, no le presta atención a Pancho, pero con el paso del tiempo le coge cariño y empieza a jugar con él, hasta se lo enseña a su compañera de clase Claudia, de la que está enamorado, cree haber visto antes al perro en algún otro sitio.
Un día, los dos niños ven un cartel de desaparecido donde reclaman a Pongo, y Pablo se pone muy triste al enterarse ya que se han hecho muy amigos, pero decide hacer lo correcto y llama a su dueño Alberto.