Es un fenómeno propio del arte paleocristiano el que algunas figuras o imágenes usadas en contextos paganos fueran reutilizadas y potenciaran su significado al ser empleadas por los cristianos sobre todo en el arte funerario.
Es común también representar a la paloma con un ramo de olivo en su pico o entre sus patas.
En este sentido, representa la esperanza o implica un mensaje de salvación.
En la primera mitad del siglo III comienza a usarse también la paloma en las representaciones del Bautismo de Jesús, donde, siguiendo el texto evangélico,[3] representa al Espíritu Santo.
Esta identificación de la paloma con el Espíritu Santo será frecuente y se prolonga a lo largo de toda la historia del arte cristiano.