El palacio de Richmond fue una hoy desaparecida residencia real inglesa erigida a orillas del río Támesis, que se mantuvo en los siglos XVI y XVII.
A los pocos meses de su ejecución, el palacio fue inspeccionado por orden del Parlamento y se vendió por £ 13 000.
Ahora solo quedan vestigios, especialmente la Gate House,[4] Wardrobe,[5] y la Casa del Trompetista (construida posteriormente alrededor de 1700).
Cuando el joven rey Eduardo III llegó al trono en 1327 le dio su morada a su madre Isabella, gastando más de dos mil libras en arreglos.
El palacio ya no se usaba más como alcázar después de 1649, pero en 1688 Jacobo II ordenó la reconstrucción parcial del edificio, pero esta vez como guardería real.