Decidido a ser torero, alquiló una casa en la localidad sevillana de Benacazón, y desde el Aljarafe mantuvo una estrecha vinculación con el toro.
Después, llegaría la recompensa al esfuerzo y su nombre quedó pronto anotado en el corazón de los buenos aficionados, que vieron en el torero una capacidad fuera de lo común, una actitud heroica, un ejemplo de entrega y pundonor y una concepción clásica del toreo.
Es su ciudad natal fue donde debutó con picadores en 2003, en un cartel completado por Caro Gil y Antonio López con novillos de Santiago Domecq.
Los médicos, convencidos en su primera impresión de que el accidente era gravísimo, trataron de que acudiera a la enfermería, pero el torero siguió toreando.
En el sexto toro de la tarde llamado "Empanado", se le concedieron dos orejas y salió a hombros por la Puerta Grande.