Ambos eran hermanos y sufrieron martirio[1][2] por orden del emperador Aureliano en 273, aunque también se afirma que murieron en 275.
[4] En principio, el mártir fue colgado y lacerado con látigos a los cuales se hallaban atados ganchos de hierro;[5] cuando Juliana vio lo que estaba ocurriendo, denunció al emperador acusándolo de tirano, lo que provocó que fuese apresada y arrojada a un caldero de brea ardiendo, si bien tanto ella como su hermano siguieron permaneciendo fieles al cristianismo, no sufriendo ambos ninguna herida.
Los mártires fueron a continuación tumbados sobre camas de hierro al rojo vivo y lacerados en la espalda.
La mujer, conmovida, rezó y derramó agua sobre los ojos de los hombres que habían quedado invidentes, quienes gracias a ello recobraron la vista.
[5][6] Pablo y Juliana fueron incluidos en el martirologio romano, aunque debido a la escasez de datos históricos verificables, ambos fueron retirados del mismo en 2004.