Este último es en realidad Tullia, una noble mujer que Calio sedujo y abandonó anteriormente.
Vestida con ropas de hombre entra en la residencia del emperador para destapar la traición, pero en ese momento Cleonilla declara solemnemente su amor al supuesto Ostilio.
Decio, consejero de Ottone, intenta abrir los ojos al Emperador sin acusar directamente a Caio.
Mientras, este último solo se preocupa por Ostilio, quien no pierde oportunidad para atormentarlo un poco más.
Arreglándoselas para encontrar a Cleonilla al fin sola, Caio le entrega una carta llena de reproches y se marcha.
Ottone se disculpa por ser tan celoso, admite de nuevo a Cleonilla y une en matrimonio a Tullia y Caio, quienes están encantados de salvar el pellejo por un precio tan bajo.