Esta orden que adquirió una merecida fama desde el principio de su institución, obtuvo luego gran importancia.
Pero el tiempo y los acontecimientos la hicieron caer más tarde en un completo olvido.
Sin embargo, en 13 de octubre de 1847, un cierto Alejandro que pretendía ser el príncipe Gonzaga-Castiglione, mostrándose celoso del lustre de esta orden quiso devolverle su celebridad y renovó sus estatutos introduciendo en ellos las modificaciones que juzgó necesarias.
Se tituló jefe y gran maestre y declaró que la conferiría a las personas que se distinguiesen por su mérito, talento y adhesión a su persona.
Mas el pretendido príncipe fue condenado por los tribunales de Francia en julio de 1853 por estafa y con él desapareció la orden.