A partir del 1638, por el contrario, los documentos proporcionan numerosa información de su vida en Génova, tanto en lo familiar —de 1639 a 1652 bautiza con periodicidad regular a seis hijos en la catedral— como en lo profesional, con numerosos encargos de palas de altar para las iglesias de Génova y su ámbito de influencia: La Virgen con el Niño y santos Cosme y Damián, encargo del médico Giovanni Scribanis para la iglesia de Santa María in Fontibus de Albenga (1638), La Virgen con el Niño y santos Pedro, Juan Evangelista y Carlos Borromeo y San Blas con santos Sebastián y Roque (1639), para la parroquial de Loano,[4] la Última Cena (1641) para los franciscanos de Nostra Signora del Monti, de intenso naturalismo, o la tela de altar con San Miguel arcángel y santos (1647) para la iglesia de Giustenice, entre otras.[7] Creída perdida, en 2005 apareció en Madrid en el mercado anticuario, procedente de la colección de los duques del Infantado.[9] Obra también significativa de su etapa madura y testimonio del prestigio del que para entonces gozaba es el Ecce Homo (Pinacoteca de Brera), donado a la diócesis de Milán en 1650 por el cardenal Cesare Monti, antiguo nuncio en España, del que existen numerosas copias y versiones.También en torno a ese año comenzó su relación con el príncipe Honorato II de Mónaco, el cual, dice Soprani, «molte cose gli fece dipingere sia nel palazzo, sia nelle Chiese del Principato», por las que le recompensó con la cruz de caballero de la Orden de San Miguel,[10] pero ninguno de los cuadros que pintó para él se ha conservado.[11] Con él murieron también a causa de la epidemia su mujer y todos sus hijos, entre ellos el mayor, Giovanni Andrea, de poco más de veinte años, que, según Soprani, con doce años había pintado el retrato de Agostino Paoletti y dado ya muestras de ser un excelente pintor.
La fábula de Latona
, óleo sobre lienzo, 193 x 261 cm,
Milán
, colección Giorgio Baratti. Firmado: «
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